sábado, 30 de enero de 2016

EL DISCO DE LA SEMANA

KONTIKI SUITE: The Greatest Show On Earth (CD autoeditado y LP en edición limitada -y agotada- de Sunstone Records, 2015)
Provenientes del Deep North de Inglaterra, el Lake District, y gracias a un buen amigo (thanks, Adrian!) he conocido a Kontiki Suite a través de su segundo disco, THE GREATEST SHOW ON EARTH (no confundir con el grupo progresivo inglés), una obra perfecta en el estilo en el que se puede encuadrar, equilibrada, de prístina producción y canciones bonitas, emocionantes y ácidas en su justa medida. Un LP que se fija, sobre todo, en el country rock de finales de los 60 y principios de los 70 pero incorpora influencias también presentes por aquellos años, con lo que la experiencia sónica es aún más enriquecedora, y más teniendo en cuenta la capacidad compositiva de esta gente y su destreza instrumental.
Bring Our Empire Down es la primera de las canciones del disco que se puede disfrutar en su bandcamp, folk rock de aires psicodélicos y voces muy de la Costa Oeste, con un referente en Gene Clark, y con fases en las que el ritmo se desacelera y la guitarra adquiere peso y protagonismo, como en la larga coda. Una forma impecable de presentar esta nueva colección de canciones, que continúa con My Own Little World, un ejercicio byrdsiano desde que oímos los primeros acordes de la guitarra de doce cuerdas, incorporándose luego la armónica y la steel guitar en una melodía en la que está presenta la influencia del grupo de Roger McGuinn circa 1968 conformando esta emocionante pieza.
Free From Sound sigue con más claras influencias country rock a là Flying Burrito Brothers en esta ocasión, con guitarras que se entrelazan hábilmente, mientras que Here For You Now mete en la mezcla un poco de pop sixties en otro momento que se revela como uno de los highlights del álbum, pero le roba protagonismo las excursiones instrumentales de Under The Rug, que se inicia con aires de country rock 70s en una relajada pieza que cuando llega a su mitad se lanza como un cohete espacial hacia territorios más progresivos enlazando con maestría, en su parte final, con la melodía inicial, y en Burned, animoso rock psicodélico contemporáneo que pronto hace suyos arranques más propios de la psicodelia de, de nuevo, la Costa Oeste a lo Jefferson Airplane y se convierte en otra larga suite cambiante y embriagante con una coda hipnótica. Fabulosa.
Pages Of My Mind se adentra en sonidos más silvestres en una preciosa composición de la que los Waterboys se sentirían orgullosos al igual que en Years Roll On, que cierra el disco con suaves maneras con la siempre agradecida aparición del Mellotron aportando ese ambiente místico, misterioso y levemente ácido.
Antes encontramos Keep Up With My Old Self y sus sonidos proveniente de la costa norteamericana del Pacífico, bendecida con armonías a varias voces, armónica y guitarra intensas y All I Can Say, country rock de guitarras levitativas.
Afortunadamente en las últimas décadas hemos podido disfrutar de finos estilistas del country rock cósmico, como los Thrills, sobre todo los Beachwood Sparks, en ocasiones los Teenage Fanclub... y Kontiki Suite se alzan como unos avezados estandartes del género a seguir con atención. Sus dos discos sólo nos dan alegrías así que sólo me queda recomendar este disco y esperar por futuras excursiones estelares a caballo proporcionadas por Kontiki Suite!
David

miércoles, 20 de enero de 2016

FAREWELL DALE "BUFFIN" GRIFFIN Y GLENN FREY

La vida sigue con su azaroso transcurrir y, aunque estos golpes no nos afecten de forma cercana, al haber significado tanto para uno el escuchar determinados discos la pérdida de cualquiera de los implicados en los mismos deja un poso de pesar y tristeza. Tal es la capacidad de la música popular y de la fuerza icónica de sus creadores, capaces de impresionar y grabar a fuego el impacto de melodías, ritmos, letras y portadas en jóvenes, y no tan jóvenes, mentes.
Así que la triste noticia de otros dos fallecimientos de ilustres rockeros (vaya 2016 llevamos; es el lógico transcurrir de la vida, pero parece que han coincidido muchos decesos) me lleva a agradecer su labor con estas líneas.
Dale "Buffin" Griffin fue el batería de los Mott The Hoople, banda reverenciada en el Reino Unido y uno de los pilares del rock de las islas en los años 70, desde sus inicios como grupo de culto con una amalgama de sonidos que ilustraban la transición entre los 60 y los 70 hasta su exitosa explosión en los años de culminación del glam rock, estilo sobre el que Mott The Hoople sobrevolaba con enormes, intensas canciones y fiereza instrumental, con la potente pero precisa pegada de Griffin.
Por su parte, los Eagles amasaron un éxito tal en Estados Unidos que son unos de los protagonistas musicales inseparables de los años 70 con tal resonancia que incluso aquí, en España, son ampliamente conocidos, por supuesto sobre todo de aquellas canciones que todos podemos suponer, pero su labor elevando el country rock a un éxito global no se puede discutir. 
Dieron en la diana con su propuesta musical y dejaron una colección de canciones excelente y algunos discos de aúpa, como sus dos primeros y mis favoritos de los Eagles, los emocionantes EAGLES (1972) y DESPERADO (1973), recogiendo el legado de los Byrds, los Flying Burrito Brothers Gram Parsons e inyectándole pop y rock accesible y excelentemente ejecutado. Bravo por ellos, pese a que en un determinado momento se puso de moda menospreciar al grupo, y aún habrá algún trasnochado que por postureo haga de menos a los Eagles (seguramente sin escuchar ni uno de sus discos).
Frey, cantante de suave y elegante voz y guitarrista, y compositor deja joyas indiscutibles como Take It Easy o Tequila Sunrise, solo por nombrar dos de mis preferidas de esos dos primeros discos imprescindibles del country rock. Y canciones suyas en solitario, como The Heat Is On aunque no escrita por él, son pepinazos entusiasmantes.
A ambos, gracias por todo.
David

sábado, 16 de enero de 2016

FAREWELL GIORGIO GOMELSKY

Seguimos con la nefasta racha de malas noticias, y tras el impacto por el fallecimiento del magnífico actor Alan Rickman, me entero de que nos ha dejado el 13 de enero a los 81 años de edad Giorgio Gomelsky, mánager, productor y en general un hábil svengali, pieza clave en el nacimiento del R&B británico y capaz de captar abrumadores talentos y lanzar sus carreras que, usualmente, florecieron una vez que abandonaron a Gomelsky.
Giorgio Gomelsky, Eric Clapton y un señor
Tras conseguir que el club Marquee estableciese una noche dedicada al blues y el R&B con los Alexis Korner Blues Incorporated, el paso decisivo fue convertirse en propietario del legendario club Crawdaddy en el que estableció como banda de la casa a los Rolling Stones y, una vez que estos abandonaron su residencia en el local, descubrió a sus sustitutos, los Yardbirds con el nuevo ídolo de la guitarra de la enfervorecida juventud devota del blues, Eric Clapton
Los Yardbirds y Gomelsky
Ligado a tan maravilloso grupo, cuya importancia en la música popular posterior debería ensalzarse a diario, y a través de todos sus cambios de formación y estilísticos Gomelsky seguía siendo su representante y productor de muchas de sus grabaciones primerizas, con su característico sonido cavernoso y algo apagado.
Ese sonido también está presente en las grabaciones del supergrupo del que que también fue mánager, Steampacket, compuesto nada menos que por Long John Baldry, Julie Driscoll, Rod Stewart, Brian Auger, Vic Briggs y Micky Waller. Casi nada. Su compañero de asuntos de management, Simon Napier-Bell, tomó bajo sus alas a los John's Children y mucho me temo que Gomelsky también metió mano en las caóticas grabaciones del grupo de Pop-Art.
Un tipo inquieto, creó Marmalade Records, un sello discográfico con algunos de sus protegidos como Julie Driscoll, Brian Auger & The Trinity, Chris Barber, John McLaughlin, Sonny Boy Williamson, dos LPs de culto como son el de Gordon Jackson y el primero en solitario de Gary Farr y los sensacionales Blossom Toes. Incluso produjo las primeras demos de los Soft Machine.
Por supuesto, Marmalade Records quebró en 1969 (¡discográficas en manos de músicos, qué locura!) y ya sin relación profesional con los Yardbirds o el resto de luminarias del R&B, rock y pop británicos que había ayudado a lanzar al estrellato orientó su carrera a bandas de rock progresivo y jazz rock como Gong o Magma.
La fantástica formación final de los Yardbirds, responsables de uno de mis discos favoritos y unos directos que dejaban entrever el futuro 
Una de las piedras angulares del nacimiento del R&B británico desde el backstage y los estudios de grabación, un catalizador de un género musical que junto al beat sentó las bases de la música popular de las siguientes décadas.
David

martes, 12 de enero de 2016

UN PEQUEÑO HOMENAJE A STEVIE WRIGHT

Aún impactado tras las tremendas sacudidas que ha sufrido la cultura popular del siglo XX al perder a dos iconos como Lemmy Kilmister y David Bowie, no quería dejar pasar más tiempo sin querer reflejar en unas líneas mi pequeño homenaje a Stevie Wright, cantante de uno de mis grupos favoritos de los sesenta, los Easybeats, de los que he encumbrado como Disco de la Semana un par de sus obras, y que nos dejó el 27 de diciembre. Desde que me enteré de la triste noticia gracias al blog Magic Pop he querido publicar este post y, al fin, aquí va.
La chispa para adentrarme en la discografía de The Easybeats la prendió un artículo sobre el grupo de Alejandro Díez Garín en el histórico fanzine Pussycat, y allí y en los discos del quinteto descubrí que estos tipos eran unos titanes tanto del beat, como del más sofisticado pop sesentero y de la psicodelia más ligera, adaptándose al cambio de sonidos conforme avanzaba la década. Y pese a que, como señalaba Alejandro en el artículo, Vanda y Young se empeñaban en componer canciones destinadas a ser cantadas en registros realmente altos a los que el pobre Stevie no llegaba, pero él se desgañitaba intentándolo. Y, hay que reconocerlo, mucho del encanto y de la personalidad de esas canciones se lo otorgaba ese esfuerzo a veces algo agónico!
En cada disco de los Easybeats hay unas cuantas joyas a incluir en las canciones imprescindibles de los citados estilos musicales, pero para ilustrar estas líneas me he decantado por Lovin' Machine (y ojo al tremebundo puente con el tema de Batman), una impresionante pieza de frenético beat-R&B que descargaban en directo pero que nunca la registraron en estudio, una pena porque su intensidad es estratosférica y al menos nos queda constancia en la legendaria actuación en la televisión alemana en febrero de 1967, el ultra-clásico Friday On My Mind en un playback de la televisión francesa que demuestra la entrega de un siempre espídico Stevie, que pese a interpretar mil veces canciones como esa en, a menudo, ingratos playbacks, su devoción hacia su trabajo era intachable y siempre fascinante. Y, por último, Black Eyed Bruiser, single de 1975 de su carrera ya en solitario, blues rock trotón y rock duro y cervecero orientado al mercado australiano y de la escena de los sharpies antes de que los AC/DC se quedaran con el trozo de pastel que ya estaba cocinado antes de que ellos entraran en escena (atención, fans de AC/DC: hay vida más allá de los Young y Cía!).
Gracias por todo, Stevie. Te echaremos de menos.
David