Mostrando entradas con la etiqueta The Byrds. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta The Byrds. Mostrar todas las entradas

sábado, 7 de junio de 2014

CLARENCE WHITE

Hoy, el gran Clarence White hubiese cumplido 70 años, y siempre es necesario rendir pleitesía a los grandes. Un talento inconmensurable a la guitarra, un cantante de característica y emotiva voz,  dotado compositor y luthier genial que junto a Gene Parsons inventaron el StringBender, artilugio que aplicado a su Fender Telecaster replicaba el sonido de la steel guitar sin el pedal correspondiente.
White revolucionó la escena del bluegrass y la música de raices norteamericana con sus Kentucky Colonels y anticipó el country rock con los Nashville West, que es también el título de una de sus composiciones más relevantes. Y luego, claro, se unió a los Byrds desde 1968 hasta la primera disolución del grupo en 1973, una etapa de estabilidad en la formación que dió lugar a cinco discos esenciales y un montón de grabaciones en directo que demuestran el poder del grupo en sus actuaciones y el talento de White, evidente desde el primer documento audiovisual de los Byrds con White a bordo (además de los nuevos fichajes Gene Parsons y John York) en el programa Playboy After Dark:
Y mi favorita de las cantandas por el hirsuto White en el catálogo de los Byrds, Truck Stop Girl, de su monumental LP UNTITLED (1970).
Tras la disolución del grupo, Clarence White continuó desplegando su talento en grabaciones con Muleskinner o en el disco en solitario de su colega Gene Parsons, pero su demasiado temprana muerte nos privó de un músico de los que verdaderamente ejercen una función revolucionaria con casi cada grabación que registró.
David

lunes, 20 de mayo de 2013

THE BYRDS: LIVE AT ROYAL ALBERT HALL 1971

No sé cómo demonios se me había pasado ésto, pero tal error ya ha sido afortunadamente subsanado con mi correspondiente copia de este tremendo documento, un directo grabado por los Byrds del que se cumplieron hace poco cuarenta y dos años (fue el 13 de mayo de 1971) y editado oficialmente por Sundazed Records en 2008 recuperando unas cintas que Roger McGuinn tenía guardadas en su garaje.
La clásica formación de McGuinn, Clarence White, Skip Battin y Gene Parsons en plena forma desgranando su repertorio de la época, el perfecto contrapunto al LIVE AT THE FILLMORE, FEBRUARY 1969 publicado por Columbia/Legacy hace 13 años. 
Y es que si comparamos ambos discos la banda de 1971 es mucho más intensa y contundente, y el repertorio es mucho más atractivo abandonando mucho del sonido más bluegrass y estrictamente country para abordar fantásticas interpretaciones de algunos de sus clásicos primerizos (la banda ataca So You Want To Be A Rock 'n' Roll Star y Mr. Spaceman y consiguen algunas de las mejores lecturas que he oído de estas piezas icónicas), la imprescindible y alargada versión de Eight Miles High evitando lo plomizo de un excesivo minutaje y de la desbocada improvisación, y algunas perlas de country rock del legado de esta encarnación de la banda como Lover Of The Bayou, Truck Stop Girl, Take A Whiff (On Me), Chesnut Mare u otra de las permanentes elecciones del grupo, Jesus Is Just Alright.
Además de todo eso, nos topamos con enormes sorpresas que aumentan aún más el deleite al escuchar tal tesoro: el tradicional Amazing Grace con el que cierran el concierto, enteramente vocal en el que los cuatro Byrds armonizan al viejo estilo de la banda de Los Ángeles, y la oportunidad de escuchar dos gemas de su BYRDMANIAX, Jamaica, Say You Will y I Trust, temas que aún no habían sido editados (el LP salió a la venta en junio en Estados Unidos) y que no suelen formar parte habitualmente de los documentos en directo de la banda. Los Byrds los abordan con delicadeza y pasión y escuchándolos podemos comprender porqué se sitúan entre lo mejor de lo incluido en el citado BYRDMANIAX. Es un momento mágico; uno puede llegar a sentir que está descubriendo con el resto de la audiencia esas canciones por primera vez, provocado por el hecho de esa mencionada escasa presencia de ambas canciones en discos en directo de estos Byrds.
Un directo que se podría equiparar al disco uno del UNTITLED pero que incluso puede superarlo al incluir todas esas piezas tardías, crepusculares e intensamente bellas arropadas por un sonido excelente y las vibraciones que desprende una audiencia que, aunque alejada del sol californiano y del ideal de comunión entre hippismo y country, se percibe entregada. Momentos mágicos.
David

martes, 2 de abril de 2013

THE BYRDS: PÁJAROS DE DOCE CUERDAS. UNA (BREVE) HISTORIA SOBRE EL GRUPO

Este libro no es ninguna novedad. De hecho fue editado en 2007 por la Editorial Milenio (número 30 de su colección Música) y desde entonces la tenía en mi Lista de Lecturas Pendientes, por falta de tiempo y por tener aún fresca en mi memoria toda la información que recopilé para una pequeña biografía de los Byrds incluida en el número 2 de Making Time (edición en papel). Finalmente dejé de vaguear y me puse a ello, y quería plasmar unos cuantos pensamientos que su lectura me provocó. 
En primer lugar, por supuesto, es de agradecer una biografía en castellano de una de los mejores grupos de música popular del siglo XX, tan necesitado como ha estado tradicionalmente nuestro mercado bibliográfico de este tipo de obras. Así que bravo por la labor de su autor, Guillermo Soler, que ha elaborado una sucinta historia del grupo y su obra, apropiada para no iniciados y para aquellos que estén descubriendo tan magno legado discográfico.
Y sucinta porque la cosa se resuelve en 150 páginas, y no todas dedicadas a la trayectoria del grupo entre 1965 y 1973, los años donde se concentra su discografía esencial. De hecho todo ese trayecto lo vemos en 56 páginas, con lo que quedan fuera retratos más profundos de la personalidad de cada Byrd y sobre todo detalles de giras (me quedé con ganas de más sobre sus visitas al Swinging London), relaciones con otros grupos (seguro que hay muchas, muchas historias) y narraciones más abundantes sobre la grabación de sus discos, aunque sean aburridos (para mí no lo son) detalles técnicos y del trabajo de composición y grabación. 
Más de la mitad de la obra se dedica a lo que promete el título: la saga de los Byrds, es decir la trayectoria de sus miembros en solitario o con otros músicos, y sus trabajos posteriores a dejar el seno de la banda madre. Es de agradecer un directorio sobre personajes, músicos o no, relacionados con los Byrds (con lo que se cumple en mi parte mi deseo de saber más sobre las relaciones de McGuinn y los suyos con contemporáneos) pero queda algo frío y apresurado. Una integración de esas relaciones en la narración quizá hubiese quedado más natural y fluido. 
El tono general de la obra es de admiración hacia una buena parte del legado del grupo, sobre todo sus discos iniciales hasta que, salvo McGuinn, abandona el último Byrd fundador. Luego se pueden encontrar cosas verdaderamente interesantes fuera del ámbito estrictamente de los Byrds. Es decir, caemos en una serie de lugares comunes que la historia del rock ha intentado imponer sobre los Byrds: Roger McGuinn malgasta energías y mancha el legado del grupo manteniendolo vivo con miembros "de segunda", Gram Parsons va dejando muestras de su genio y de saber aprovechar lo iniciado por otros en su carrera post-Sweetheart Of The Rodeo (1968), el disco de reunión de 1973 es lo más flojo de la carrera del grupo (bueno, eso es cierto)...
Sé que voy contra cuarenta años de mitología del rock, pero pienso que se ha glorificado excesivamente la imagen de Gram Parsons. Y aún más si defiendo con fervor el derecho de McGuinn a mantener vivo al grupo y a facturar dignísimos discos, aún más, de lo mejor que podemos encontrar en el género del country rock. Distintos, con espacio para cierta heterogeneidad, con un sonido excelente y ejecutados por músicos soberbios a los que Roger McGuinn cede un gran espacio para expresarse e incluso para ser protagonistas. Algunos lo califican de desidia; para mi es generosidad y reconocer el talento cuando éste es evidente.
El autor señala que los discos de esos Byrds "de reemplazo" están caracterizados por la falta de innovación que impulsó los primeros discos del grupo hacia el altar de mitos del pop-rock. No puedo estar más en desacuerdo con la obsesión por la innovación y el "evolucionar" en esto de la música popular; una banda capaz de facturar joyas como el Untitled (1970), Dr. Byrds & Mr. Hyde (1969) o el Ballad Of Easy Rider (1969) (que cada vez me gusta más) no necesita innovar sino demostrar que siguen siendo los mejores en lo que hacen, emotivos cuando corresponde o enérgicos o tradicionales o profundamente modernos. Todo lo que venían haciendo antes puede verse no como una búsqueda de la innovación sino de su propuesta, de su sonido, que les llevaría a esos discos finales, aderezados por supuesto con las aportaciones de talentos como Clarence White o Gene Parsons. No importa, por supuesto, su relativa decadencia comercial, ya que hablamos de otra cosa. Eso sí, me alegra pensar que el autor y yo estamos de acuerdo en que el mejor disco de los Byrds es el Notorious Byrd Brothers (1968).
Por cierto, en el listado de obras posteriores de los músicos el autor reconoce que no conoce el primer disco en solitario de Gene Parsons, Kindling de 1973. Espero que en el tiempo transcurrido haya remediado ese error ya que es una obra de obligada escucha que parte del country rock para adentrarse, en ese momento, más que nadie de sus compañeros de grupo o de escena en el country, el bluegrass y la música tradicional de los Apalaches. Toda una obra pionera a cargo del responsable de algunos de los mejores momentos de los Byrds de McGuinn. Este tipo siempre fue de mis preferidos de la formación final del grupo (¡por fin tenían un batería de verdad!). Mucho más interesante que la producción ochentera de David Crosby o que las innumerables reuniones de éste con Graham Nash.
No quería dejar de señalar la desidia puesta por Milenio en la edición del libro arruinando buena parte del trabajo del autor. El libro está plagado de errores ortográficos y de redacción. El corrector de la editorial debía de estar de vacaciones cuando el libro entró en imprenta. Seguro que no cometen esos errores con una biografía sobre Sabina o algo por el estilo.
David