Nos pueden gustar o no esos iconos, pero simbolizaban una cultura con la que crecimos. Y Prince era uno de ellos. Y la música de Prince me gustaba, y mucho.
Su pérdida, como siempre, nos hace repasar su catálogo y ensalzar sus años de gloria. No voy a seguir esa línea en este breve escrito recordando al genio de Minneapolis sino rememorar cuatro momentos grabados en mi memoria totalmente asociados al genial compositor y músico, en el difuso orden cronológico que el tiempo pasado puede proporcionar.
La primera vez que tuve conocimiento de un tal Prince fue en un pequeño artículo con foto incluida de la revista Teleindiscreta (sí, la Teleindiscreta... yo vivía mi infancia a tope) que lo anunciaba como el sustituto y rival de Michael Jackson, sin duda debido al enorme éxito que estaba teniendo en los USA su disco y película, PURPLE RAIN. Por supuesto el redactor o redactora ignoraba que el tipo ya había sacado nada menos que cinco discos desde 1978 y que era una figura del R&B, soul y funk en Norteamérica, preparando su asalto definitivo para tomar la escena del pop con joyas como 1999 o Little Red Corvette, y que su talento musical era muy, muy diferente al de Jackson. En mi mente infantil que un tipo le plantase cara al mismísimo Michael Jackson, cuyo THRILLER era todavía y por mucho tiempo la pera, era algo que se debía tomar en consideración, y más proveniendo del extraño hombrecillo de la foto. Singles con videoclips que no dejaban de ser emitidos como Let's Go Crazy, When Doves Cry y Purple Rain eran la delicia de niños y mayores en cuyas casas afortunadamente sonase música.
David