martes, 30 de abril de 2013

THE ELECTRIC MESS DE GIRA POR ESPAÑA!

The Electric Mess, la banda de Nueva York y una de las últimas sensaciones en esto del garage y la psicodelia primeriza gracias a dos estupendos y excitantes LPs, del segundo de los cuales podéis encontrar una reseña en este mismo blog, el titulado FALLING OFF THE FACE OF EARTH, visita España el próximo mes para lo que se prevée una impactante gira llena de fuzz, acid and flowers... Ya sabéis, calzaros los botines y peinaros el flequillo que ésto promete!
Las fechas son las siguientes:
Mayo 14 - LEÓN, SALA VALENTINO´S
Mayo 15 - ALCALA DE HENARES, SALA EGO LIVE
Mayo 16 - VALENCIA, SALA EL LOCO
Mayo 17 - ORIHUELA, LA GRAMOLA
Mayo 18 - BARCELONA, en la fiesta de presentación del Gambeat Festival.
David

THE WICKED WHISPERS: NIGHTBIRD, LA CARA B DE SU NUEVO 7"!

Hace medio mes anunciaba el nuevo single de los Wicked Whispers y señalaba que aún no se había anunciado la canción que ocuparía la cara B. Bien, ya he recibido mi copia y he de decir que esa misteriosa composición es la INCREÍBLE Nightbird, una pieza de folk rock y garage aún más impresionante que la cara A ocupada por Voodoo Moon!
Nightbird se aleja un poco del carácter introspectivo y pausado de la mayoría de temas del grupo y con más brío nos ofrece un acercamiento al sonido de bandas de garage del Medio Oeste y de la costa oeste norteamericana de 1965-1966, con unos excelentes fraseos de guitarra, un pegadizo estribillo, el omnipresente teclado y un final sorprendente, una coda instrumental que escapa de todo ese sonido hacia el espacio con magníficas guitarras, teclado y batería que imponen un ritmo de raga ácida e incluso un saxo salvaje. ¡Imponente! Un aliciente más para hacerse con una copia de este nuevo 7".
Nightbird, la cara B de Voodoo Moon se puede escuchar en este enlace de soundcloud.com:
David

viernes, 26 de abril de 2013

EL DISCO DE LA SEMANA

STEVE MILLER BAND: Recall The Beginning... A Journey From Eden (Capitol, 1972; reedición en CD por Lost Diamonds, 2008)
En este blog ya hemos declarado nuestro amor por los primeros discos de la Steve Miller Band en alguna que otra ocasión. Discos fantásticos, espléndidamente producidos y repletos de canciones que configuran una colección que rivaliza con la de las grandes figuras del rock, aquellos mitos incontestables que en pocas ocasiones habrán sido tan denostados como el pobre Steve Miller y en etapas bien diferenciadas de su carrera: la primera, como integrante de una banda más bien underground y a la vanguardia del rock del momento; sus discos a partir del cuarto son considerados irregulares, desnortados. La segunda, como músico de éxito comercial global, a partir del octavo disco. Carne de emisoras oldies y radiofórmulas.
Bah, lo importante son los discos. Sobre todo escucharlos y a menudo desterrar más de cincuenta años de mitología rockera. Los discos de Steve Miller y su banda son cojonudos. Y este álbum de 1972, su séptimo y paso previo al éxito masivo con THE JOKER (1973) no lo es menos. Todos esos trabajos de la banda californiana tienen una extraña capacidad: su escucha siempre es agradable pese a la heterogeneidad de la que a veces hacen gala. Son la banda sonora perfecta a esas tardes de verano en las que no apetece hacer nada, sólo dejar pasar las horas mientras vemos como el sol se pone.
Welcome es lo que su título promete, una jubilosa bienvenida, una intro de poco más de un minuto potente y con metales que da paso a Enter Maurice, encantador y pequeño clásico escondido dentro de la discografía de la Steve Miller Band que recupera el viejo doo wop y que es la pieza que siempre escoge Juan De Pablos cuando habla de Steve Miller en su programa Flor de Pasión. Por algo será.
High On You Mama es blues armado a base de guitarras acústicas con Miller soltando suavemente la letra y Heal Your Heart es característico rock con toques R&B (coros y piano), optimista y energizante que perfectamente habría encajado en algunos de los tres primeros LPs de Steve Miller. Y encima con la colaboración a la guitarra de Jesse Ed Davis, nada menos. 
The Sun Is Going Down continúa con las buenas vibraciones gracias a su ambiente de grabación casera, comunal, de ritmo irresistible y algunos toques latinos. Finaliza lo que consistía la cara A original Somebody Somewhere Help Me, otra descarga de R&B milleresco con metales en lo que es otra producción vigorosa y lujosa a cargo del teclista y colaborador de Miller, Ben Sidran.
Love's Riddle es relajada y profunda en cuanto a ambiente y sonido gracias a su guitarra acústica y sobrio bajo, acompañados de sección de cuerdas. Una pequeña joya que me recuerda al Guinnevere de Crosby, Stills & Nash. Fandango comienza también de forma acústica pero pronto irrumpe con una fuerza deslumbrante para conformar un rock imponente en el que Miller se luce con la eléctrica. Ah, y esos coros tan suyos... pocos coros suenan tan bien que los creados por esta gente en esos discos mágicos... Nothing Lasts nace del cruce de guitarras acústicas, al modo de algunas tonadas del LED ZEPPELIN III, pero se enriquece con cuerdas, esos coros, aumentos de la intensidad a lo largo de la melodía propiciados por la base rítmica... Todo ello para conformar bello pop psicodélico con el sello inconfundible del sonido de la Steve Miller Band. Para terminar, Journey From Eden, la pieza más larga. Desde el principio la banda ataca la composición de forma pausada pero amenazante, y Miller vuelve a escupir las palabras de forma suave respaldado por una intensa sección de cuerdas cuyo protagonismo va creciendo con la canción. El pequeño clásico que deparó el LP.
Largamente fuera de la circulación y carente de una edición en CD al fin ha visto la luz en ese formato con las ediciones de Edsel, así que es fácil de localizar, aunque curiosamente mi copia fue lanzada por una discográfica argentina que lanzó algunos discos escondidos de Steve Miller Band en formato digipack en 2008, sin libreto pero con magnífico sonido. En su momento no fue un éxito comercial, nunca ha sido muy valorado por los críticos, su título no ayudaba a la causa... pero su compra no es recomendada, ¡es imperiosa!
David

viernes, 19 de abril de 2013

FAREWELL STORM THORGERSON

Hubo una época en la que las portadas de los discos eran algo importante. Ver algunas de ellas juntas casi te transporta a una época, a unos años en los que el rock era parte indisoluble de la juventud. Esas portadas, tanto de obras de ventas millonarias como otras de repercusión comercial mucho más modesta o incluso underground se convirtieron en iconos, símbolos de una época. Arte gráfico en su expresión más imbricada con la sociedad. 
El final de los años 60 y los 70 fueron, en el apartado gráfico de los LPs, propiedad del estudio de diseño Hipgnosis formado por Storm Thorgerson y Aubrey "Po" Powell. Gran parte de las obras más emblemáticas del rock progresivo, del hard rock, o incluso del pop más elegante y avanzado (pienso en 10cc, por ejemplo) llevan portadas suyas. Imágenes y diseños de una época mejor, en la que esas cosas eran importantes. 
El listado de obras nacidos del talento de Storm Thorgerson es enorme, y los grupos responsables del contenido sonoro son algunos de los más míticos y mitificados de varias décadas así como otros más del paladar de minorías selectas, pero en todo caso una selección de nombres de impresión: Argent, Badfinger, Syd Barrett, Be-Bop Deluxe, Black Sabbath, Alan Bown, Caravan, Aynsley Dunbar Retaliation, Dave Edmunds, ELO, Genesis, Greatest Show On Earth, The Gods, Hollies, Humble Pie, Kula Shaker, Led Zeppelin, John Kongos, Lindisfarne, Love Sculpture, The Motors, Montrose, The Nice, Orange Bicycle, Pezband, Pink Fairies, Pink Floyd, Pretty Things, Rockin' Horse, Squeeze, Trees, XTC y muchos, muchísimos más. Toda su obra de portadas y contraportadas de discos se puede disfrutar en esta magnífica web:
Storm Thorgerson ha fallecido (1944-2013) pero ya está en los altares de la mitología rock. Desde aquí, nuestro homenaje.
David

jueves, 18 de abril de 2013

LOS CHICOS QUE COLECCIONABAN TEBEOS

Uno se hace mayor. Eso es impepinable, pero hay cosas que te lo recuerdan y que como losas (pero no pesadas losas, sino llevaderas y cargadas de buenos recuerdos) caen encima de ti para decirte: "Chaval, eso lo hacías tú hace veinte años...". ¡Veinte años! Antes decir "hace veinte años", o veinticinco, o los que fueran, era impensable pero ahora cada vez es más habitual y recurrido. Uno, que se hace mayor.
La cuestión es que si hay algo que certifica y cierra una época ya pasada y que se rememora para bien (o, a veces, para mal) es la edición de un libro sobre la misma. Y en unas pocas semanas se han publicado dos libros sobre acontecimientos y vivencias bien diferenciadas de tiempos ya pasados que fueron los de muchos, y también los míos. De golpe, ¡dos losas sobre mi cansado cuerpo! Pero qué gozosas losas, una en forma de ensayo y otra de novela.
Del primero de ellos hablé hace poco por aquí: Revival de Patricia Maestre, sobre la escena de grupos mod y sixties de los 90, y el otro es la obra de Julián M. Clemente y Helio Mira, Los Chicos Que Coleccionaban Tebeos, y que trata precisamente de eso, de aquellos muchachos que devorábamos los comics de Forum y de Zinco cuando tal afición era muy difícil de llevar (aún más si eras de "provincias") e incluso éramos mal vistos. Años duros que forjaban el carácter, pero años inolvidables a pesar de todo.
La narración de los autores se inicia a mediados de los 80 pero aunque mi afición en serio a eso de los comics de superhéroes comienza a principios de los 90 las coincidencias son muchas y verlas plasmadas de forma tan divertida y nostálgica no tiene precio. Esa afición precedió a la música y a ella dedicaba la totalidad de mi humilde paga en continuos (y muchas veces infructuosos) viajes a quioscos y estancos a repasar heterogéneos montones apilados de comics en busca del número deseado, cosa que se repitió hasta que descubrí el increíble hecho de que existía una tienda especializada en comics en pleno centro de la capital donde vivía. Ello me garantizaba que de cada número llegasen unos cuantos ejemplares y que se preocupasen de que la distribución respetase las fechas de publicación, y así seguir las colecciones que me interesaban como Stan Lee manda. 
En tal establecimiento, no muy grande, podía pasar un buen par de horas, y así descubrir fascinantes historias, personajes y formatos mucho más "elegantes" como los prestigios. Y echar vistazos disimulados a aquellos intrigantes comics de DC/Zinco, pero sin que se notase mucho, que eran "el enemigo". Así pasé mis últimos años de colegio y los del instituto, entre comics de Forum y visitas al cine en lo que fue la Edad Dorada del cine de acción. Y encontrar por el camino, aunque fuera increíble, algún "compañero de armas" con el que departir sobre los Nuevos Vengadores o lo fantástico, lo verdaderamente moderno que era el Spiderman de McFarlane...
Pero esa afición, como toda, tiene sus orígenes y esos fueron los tebeos que mi padre compraba para entretenerme cuando me ponía enfermo o los domingos, cuando acudía a comprar e periódico local. Así, gracias a él, devoré gran parte de la colección de Don Miki, algo de más entidad como los álbumes de Asterix (cada año en la feria del libro caía uno) pero entre historieta de Donald e historieta del Tío Gilito entraba en casa algún comic de Spiderman, o de Los Vengadores, o de El Castigador (y alguno fascinante, pero que no podía confesar que lo era, como un Superman de John Byrne en el que luchaba contra la Legión de Superhéroes o algún número de La Liga De La Justicia). Es curioso, pero de tanto leer esos números sueltos e inconexos que me compraba mi padre, me acuerdo mucho más de ellos que de los que me compraba yo...
Los autores de Los Chicos Que Coleccionaban Tebeos relatan con candidez y mucho sentido del humor vivencias parecidas, que creo que se repiten en muchos de los casos de lectores de tebeos de la época de todo el país, y es que se puede decir que los pocos chicos que leíamos y coleccionabamos esas cosas (chicas, en realidad, habían pocas o ninguna... creo que comenzaron a aparecer por las tiendas especializadas gracias a los mangas y demás) no podemos escapar a tantas similitudes y por ello conformamos una generación dentro de otra mayor. A modo de ejemplo, y como narran Clemente y Mira en el libro, ¿quién no deseaba que le publicasen una carta en el correo de los lectores? Yo también lo conseguí, pero en una colección modesta, G.I. Joe que, ojo, estaba guionizada por Larry Hama (el creador de las figuras de acción) y tras unos primeros números de decepcionantes dibujantes (¿puede que Herb Trimpe, entre ellos?) la cosa mejoró mucho en lo gráfico, pero ahora no recuerdo quién se encargaba...
Los tiempos de Forum (y de Zinco) ya pasaron, y ahora Panini edita en España los comics del Universo Marvel, las colecciones actuales pero también estupendos tomos que recopilan grandes historias de nuestros héroes favoritos desde los años 60 hasta la actualidad. Gracias a ellos he recuperado la costumbre de leer comics, he rescatado muchos de los años de Forum a lo que uno otra de mis aficiones, la de coleccionar figuras de acción (insano vicio al que dedico mi otro blog, Figuras De Acción A Go-Gó en el que son habituales las referencias a mis viejas lecturas superheroicas... ¡ésto es todo un crossover!). Y Panini también edita libros relacionados con esta afición/devoción, como la obra de Julián M. Clemente y Helio Mira, que tanto si has vivido esa época como si no es una lectura divertidísima, entrañable y repleta de referencias hacia el mundo del comic y la cultura popular en general de los años 80 y 90. Yo me lo estoy pasando como un enano mientras lo leo y a lo largo de sus páginas veo reflejados buena parte de momentos vividos en la niñez y adolescencia... ¿qué más se puede pedir?
David

domingo, 14 de abril de 2013

REVIVAL. 50 GRUPOS DE LOS 90 QUE HICIERON MÚSICA DE LOS 60 Y 70

Ya está publicado por la Editorial Milenio un libro muy esperado. Y muy especial. Por lo menos por mi parte, ya que viví intensamente aquella escena, aquella música proveniente de una efervescente escena independiente durante aquella década, aunque desde la distancia.
Fue el paso siguiente y lógico a engancharme a la programación musical de Radio 3; un interés creciente por los grupos de los sellos independientes que seguían empeñados en editar discos en vinilo en la época que arrasó el disco compacto (aquello sí que tenía mérito, no el auge de los discos de vinilo en la actualidad) y especialmente aquellos centrados e inspirados en la música y estética que comenzaba a absorver todo mi ser, es decir, todo aquello que oliese a años 60.
Así, y armado de catálogos de venta por correo (¿internet? ¿Qué demonios era eso?), me disponía a comprar desde la distancia aquellos discos de grupos que vestían y sonaban como treinta y pico años atrás y a esperar impacientemente al cartero. Por supuesto, las tiendas de discos locales no traían discos de esos grupos y sellos tan raros, y menos en vinilo! 
Psicodelia, garage, beat, freakbeat, R&B, algo de soul... muchas veces mis primeros contactos con esos estilos fueron gracias a esos grupos de jovenzuelos, pocos años mayores que yo y que compartían mis mismas pasiones, y no con las bandas originales de los 60 provenientes de Inglaterra, Holanda, Estados Unidos... Esos discos y los fanzines que solían llegar también por correo son la principal fuente de conocimientos de mis años de formación. Buenos tiempos aquellos.
Este libro, escrito por Patricia Maestre que vivió y disfrutó de esa década, es indispensable para los nostálgicos como yo y para todos los que quieran descrubrir una cantera de músicos y de fans de unos estilos musicales que dejaron un legado discográfico considerable gracias a sellos como, sobre todo, Animal aunque también Subterfuge, Al.leiuia, etc. Algunas canciones son ya himnos y era contundente la capacidad compositiva y de interpretación de grupos como Imposibles, Dr. Explosion, Undershakers, Tuna Tacos, Substitutos, La Ruta, Buhos, Art School, Lazy Sundays, Los Buges, "veteranos " como Negativos o Flechazos...
Muchas ganas tengo de tener este libro en mis manos. Tales grupos, y sus discos, merecen ser perpetuados en una exhaustiva obra que reverdezca sus logros. Para mi, esos logros fueron muchos. Tienen gran parte de culpa de lo que soy y lo que me gusta hoy en día.
David

viernes, 12 de abril de 2013

NUEVO SINGLE DE THE WICKED WHISPERS! VOODOO MOON!

Con ese sonoro y evocativo título retornan los Wicked Whispers para entregarnos otra rodaja de vinilo de 7" con dos nuevas piezas representativas de su estilo hiponótico. Voodoo Moon, que ya tiene vídeo promocional, ocupa la cara A mientras que la pieza reservada para la contra aún es una incógnita, pero tiene todo lo que esperamos de la banda inglesa: folk rock psicodélico y levitativo que nos transporta a los garajes más poseídos por las vibraciones cósmicas de la Costa Oeste en la década de los sesenta.
El nuevo single, de nuevo publicado por Electone Records será lanzado al mercado oficialmente el 22 de abril en una edición limitada y numerada. Cazadores de futuros objetos de colección musical y mentes poseídas por la psicodelia en general, atentos!
Reproduzco a continuación la información del lanzamiento emitida por Electone Records:
The brand new single from The Wicked Whispers
Released Monday 22nd April 2013 on Electone Records
On Monday 22nd April 2013 The Wicked Whispers early era Limited Edition collectors
trilogy is complete with the release of new single ‘Voodoo Moon’ on Electone Records! A follow up to previous single ‘Dandelion Eyes’, ‘Voodoo Moon’ is once again, produced by the Grammy® Award winning producer/mixer Liam Watson, recorded at Toe Rag Studio’s, London (The White Stripes, Elephant). The single will be available on numbered 7” vinyl limited to 500 copies which includes exclusive artwork. For the B-Side, The Wicked Whispers have recorded an exclusive new track with details to be announced shortly.

David

jueves, 4 de abril de 2013

EL DISCO DE LA SEMANA

THE JAMES GANG: Yer' Album (Bluesway/ABC, 1969; reedición en CD de MCA Records, 2000)
Nunca es tarde para iniciarse en un nuevo culto. El rock norteamericano de los 70 está lleno de magníficos, buenos y no tan buenos discos, pero no se puede negar que era una escena musical muy abierta de miras. Hay que ponerse en el lugar de los músicos: venían de los 60 con todos los hallazgos que se habían alcanzado en menos de una década y por delante parecía que el cielo era el único límite. No es de extrañar que surgieran nuevas bandas como James Gang en formato de power trío, tan de moda en ese momento en el Nuevo Mundo (pensemos en, por ejemplo, Grand Funk Railroad). Fuertemente ligados a la incipiente escena del hard rock pero capaces de fijarse en el sonido musculoso del R&B, en el pop (el éxito comercial no era una prioridad pero ayudaba, y si había que añadir sección de cuerdas pues se hacía) y al folk y country rock (en el LP manifiestan su devoción hacia Buffalo Springfield, de los que toman una canción de Stephen Stills). Y sin perder cierta chispa de banda de garage de mostrando que estaban en un punto intermedio entre lo que había sido y lo que estaba por venir. 
Ese ímpetu juvenil y esa aspereza propia del garage la pule el productor Bill Szymczyk con un trabajo eficaz registrado en los estudios Hit de Nueva York, un sitio más habituado al R&B que al rock. En todo caso no creo que fuera muy difícil "domesticar" a los miembros del grupo, Joe Walsh, el bajista Tom Kriss y el batería Jim Fox, universitarios de Ohio. No eran unos outsiders, ni mucho menos.
Introduction y su sonido de sección de cuerdas nos pone sobre una pista falsa de lo que viene a continuación, el pop progresivo de Take A Look Around con importante papel del teclado y voces sometidas a efectos psicodélicos en una melodía con importante influencia de los Who de la era de TOMMY (1969) a lo que se suma un puente donde irrumpe la genial guitarra de Joe Walsh muy deudora del rock californiano (vuelve a aparecer al final de la composición).
Funk #48 es un tema lleno de groove en el que al fin la guitarra de Walsh es protagonista y donde las voces son directamente deudoras del soul psicodélico. Una pieza irresistible y muy bailable. La original de Bluebird  estaba incluida en el BUFFALO SPRINGFIELD AGAIN (1967) y es un homenaje de los jóvenes James Gang a aquella banda seminal. En cualquier caso, palidece frente a la original pero es una muestra de la miríada de influencias del trío. Si nos fijamos en la interpretación vocal podemos percibir la forma de construir las voces de otros pioneros como Vanilla Fudge o los Rascals: interpretaciones dramáticas y notas sostenidas hasta casi la extenuación. Lo más interesante son los breves desarrollos guitarrísticos de Walsh sobre una repetitiva base rítmica en la segunda mitad del tema.
Otra versión le sigue, en este caso de los Yardbirds, grupo que aunque británico fue vital para el desarrollo del rock norteamericano. Lost Woman es la canción elegida en una interpretación de casi diez minutos donde el grupo dejó bastante espacio a la improvisación aunque fue bastante fiel en los momentos más reconocibles de la misma. No faltan los inevitables solos de cada instrumento, incluido el de batería, piedra de toque de gran parte de los grupos que surgían en la época. Qué le vamos a hacer, era el signo de los tiempos.
Stone Rap es una broma, una muestra del grupo en el estudio. Collage comienza con una guitarra acústica (una propuesta mucho más desarrollada en su segundo LP, RIDES AGAIN) y da paso a un contundente pero conscientemente reprimido ritmo por parte de la banda a lo que se suma una épica sección de cuerdas. Este tema es uno de los grandes triunfos del disco. I Don't Have The Time es una buena descarga de propulsivo rock muy de finales de los 60, con guiños psicodélicos incluidos. Wrapcity In English es un bonito interludio a base de piano y cuerdas que precede a Fred, perezoso rock fumado con ecos de la épica y el dramatismo de, de nuevo, Vanilla Fudge junto a fraseos hendrixianos tanto de guitarra como de batería en su primera mitad, mientras que en la segunda la banda inicia una expedición pseudo-jazzística antes de retomar caminos más formales y agradables. Para terminar, otra larga versión en esta ocasión de un tema R&B, Stop, de nuevo atacada con mucho groove por parte del trío con estelares aportaciones a la guitarra de Joe Walsh y con el brío que le aporta el piano a cargo del mismísimo Jerry Ragavoy, uno de los compositores de la canción. Son doce minutos sin excesos a base de interminables solos que pasan volando.
Un disco que quizá no sea el mejor de su carrera, pero es un debut a tener en cuenta que se escucha de un tirón, de forma muy intensa en ocasiones y con algunos momentos francamente brillantes. 
David

martes, 2 de abril de 2013

THE BYRDS: PÁJAROS DE DOCE CUERDAS. UNA (BREVE) HISTORIA SOBRE EL GRUPO

Este libro no es ninguna novedad. De hecho fue editado en 2007 por la Editorial Milenio (número 30 de su colección Música) y desde entonces la tenía en mi Lista de Lecturas Pendientes, por falta de tiempo y por tener aún fresca en mi memoria toda la información que recopilé para una pequeña biografía de los Byrds incluida en el número 2 de Making Time (edición en papel). Finalmente dejé de vaguear y me puse a ello, y quería plasmar unos cuantos pensamientos que su lectura me provocó. 
En primer lugar, por supuesto, es de agradecer una biografía en castellano de una de los mejores grupos de música popular del siglo XX, tan necesitado como ha estado tradicionalmente nuestro mercado bibliográfico de este tipo de obras. Así que bravo por la labor de su autor, Guillermo Soler, que ha elaborado una sucinta historia del grupo y su obra, apropiada para no iniciados y para aquellos que estén descubriendo tan magno legado discográfico.
Y sucinta porque la cosa se resuelve en 150 páginas, y no todas dedicadas a la trayectoria del grupo entre 1965 y 1973, los años donde se concentra su discografía esencial. De hecho todo ese trayecto lo vemos en 56 páginas, con lo que quedan fuera retratos más profundos de la personalidad de cada Byrd y sobre todo detalles de giras (me quedé con ganas de más sobre sus visitas al Swinging London), relaciones con otros grupos (seguro que hay muchas, muchas historias) y narraciones más abundantes sobre la grabación de sus discos, aunque sean aburridos (para mí no lo son) detalles técnicos y del trabajo de composición y grabación. 
Más de la mitad de la obra se dedica a lo que promete el título: la saga de los Byrds, es decir la trayectoria de sus miembros en solitario o con otros músicos, y sus trabajos posteriores a dejar el seno de la banda madre. Es de agradecer un directorio sobre personajes, músicos o no, relacionados con los Byrds (con lo que se cumple en mi parte mi deseo de saber más sobre las relaciones de McGuinn y los suyos con contemporáneos) pero queda algo frío y apresurado. Una integración de esas relaciones en la narración quizá hubiese quedado más natural y fluido. 
El tono general de la obra es de admiración hacia una buena parte del legado del grupo, sobre todo sus discos iniciales hasta que, salvo McGuinn, abandona el último Byrd fundador. Luego se pueden encontrar cosas verdaderamente interesantes fuera del ámbito estrictamente de los Byrds. Es decir, caemos en una serie de lugares comunes que la historia del rock ha intentado imponer sobre los Byrds: Roger McGuinn malgasta energías y mancha el legado del grupo manteniendolo vivo con miembros "de segunda", Gram Parsons va dejando muestras de su genio y de saber aprovechar lo iniciado por otros en su carrera post-Sweetheart Of The Rodeo (1968), el disco de reunión de 1973 es lo más flojo de la carrera del grupo (bueno, eso es cierto)...
Sé que voy contra cuarenta años de mitología del rock, pero pienso que se ha glorificado excesivamente la imagen de Gram Parsons. Y aún más si defiendo con fervor el derecho de McGuinn a mantener vivo al grupo y a facturar dignísimos discos, aún más, de lo mejor que podemos encontrar en el género del country rock. Distintos, con espacio para cierta heterogeneidad, con un sonido excelente y ejecutados por músicos soberbios a los que Roger McGuinn cede un gran espacio para expresarse e incluso para ser protagonistas. Algunos lo califican de desidia; para mi es generosidad y reconocer el talento cuando éste es evidente.
El autor señala que los discos de esos Byrds "de reemplazo" están caracterizados por la falta de innovación que impulsó los primeros discos del grupo hacia el altar de mitos del pop-rock. No puedo estar más en desacuerdo con la obsesión por la innovación y el "evolucionar" en esto de la música popular; una banda capaz de facturar joyas como el Untitled (1970), Dr. Byrds & Mr. Hyde (1969) o el Ballad Of Easy Rider (1969) (que cada vez me gusta más) no necesita innovar sino demostrar que siguen siendo los mejores en lo que hacen, emotivos cuando corresponde o enérgicos o tradicionales o profundamente modernos. Todo lo que venían haciendo antes puede verse no como una búsqueda de la innovación sino de su propuesta, de su sonido, que les llevaría a esos discos finales, aderezados por supuesto con las aportaciones de talentos como Clarence White o Gene Parsons. No importa, por supuesto, su relativa decadencia comercial, ya que hablamos de otra cosa. Eso sí, me alegra pensar que el autor y yo estamos de acuerdo en que el mejor disco de los Byrds es el Notorious Byrd Brothers (1968).
Por cierto, en el listado de obras posteriores de los músicos el autor reconoce que no conoce el primer disco en solitario de Gene Parsons, Kindling de 1973. Espero que en el tiempo transcurrido haya remediado ese error ya que es una obra de obligada escucha que parte del country rock para adentrarse, en ese momento, más que nadie de sus compañeros de grupo o de escena en el country, el bluegrass y la música tradicional de los Apalaches. Toda una obra pionera a cargo del responsable de algunos de los mejores momentos de los Byrds de McGuinn. Este tipo siempre fue de mis preferidos de la formación final del grupo (¡por fin tenían un batería de verdad!). Mucho más interesante que la producción ochentera de David Crosby o que las innumerables reuniones de éste con Graham Nash.
No quería dejar de señalar la desidia puesta por Milenio en la edición del libro arruinando buena parte del trabajo del autor. El libro está plagado de errores ortográficos y de redacción. El corrector de la editorial debía de estar de vacaciones cuando el libro entró en imprenta. Seguro que no cometen esos errores con una biografía sobre Sabina o algo por el estilo.
David