Una vez escuchados siempre he defendido que me quedaba con esa obra tardía, LOADED (1970), más cercana al rock "tradicional" y menos a la vanguardia, pero entendí que muchos hayan enarbolado esos discos como estandartes de una postura más grave e intelectual dentro del rock. Más artística, por ser afín a los tópicos y lugares comunes, y aventurada en cuanto a posicionarse hacia el sonido a conseguir.
Tampoco he iniciado una exploración profunda de su carrera en solitario, sin duda un error por mi parte, pero no reniego de la casi infinita grandeza de su TRANSFORMER (1972), aparte del par de inevitables propuestas vodevilescas incluidas en tan potente LP.
Ahora Lou Reed ha fallecido y es hora de ponderar, de nuevo, la enorme trascendencia de los discos de la Velvet Underground en ciertos sectores del rock, discos que se podrán disfrutar una y otra vez pero siempre con esa pequeña tensión que produce en la base del cráneo el hecho de que no puedas estar del todo de acuerdo con su siempre infladísimo legado y su, de nuevo, trascendencia.
Pero el shock que me ha producido esta pérdida me ha asombrado incluso a mi. Es otro ejemplo de que sin estos tipos que nos están dejando el mundo (nuestro mundo occidental y placentero donde podemos preocuparnos de cosas como la música y sus creadores, el arte y demás) se está transformando en algo muy distinto de lo que conocíamos. Referentes y mitos que nunca llegamos a conocer en persona ni falta que hacía seguirles en Twitter o lo que sea; eso daba igual. Lo que contaba era la espera hacia un nuevo disco, una nueva recopilación, una nueva biografía. Saber que estaban ahí, en ese lejano e inaccesible mundo de los músicos y mitos del rock era suficiente.
Y mi favorita de la Velvet siempre fue ésta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario